Editorial
Más vale prevenir...
De acuerdo con la Real Academia de la Lengua, previsión es la “acción de disponer lo conveniente para atender a contingencias o necesidades previsibles”.
Tal vez sea por eso que lo primero que nos viene a la mente cuando hablamos de este tema son seguros de vida, de atención médica, de gastos funerarios que llevan emparejados los trámites del testamento (por cierto, septiembre es el mes del testamento, no lo olvides), etc.
Sin duda temas que quisiéramos poder pasar por alto porque después de todo, ¿a quién le gusta pensar en enfermedades, accidentes o ese tipo de cosas? Sin embargo, hacerlo responde a una buena razón: darle a nuestros seres queridos los recursos y la seguridad para poder enfrentar cualquier posible adversidad.
Ahora bien, la previsión es como un ajedrez, no sólo se aconseja considerar tres o cuatro movimientos por adelantado, sino también tomar en cuenta todas las piezas en el tablero, puesto que cada una de ellas juega un papel importante.
Mantener al día los pagos de cualquier adeudo que tengamos, ya sea de nuestras tarjetas bancarias, departamentales, de nuestros créditos hipotecarios o automotrices e incluso lograr el sano hábito de hacerle abonos por pequeños que sean a esa cuenta de ahorro que abrimos hace años para cualquier proyecto familiar, desde un paseo dominical hasta la apertura de un negocio propio, son tan sólo algunos ejemplos.
También es muy recomendable que ambos padres de familia cuenten con sus propias cuentas bancarias y sus respectivas tarjetas de crédito, por separado y de manera individual.
Esto fundamentalmente porque una vez que se le avisa a la institución bancaria del deceso del titular y se presenta el acta de defunción correspondiente, todas sus tarjetas, incluyendo las adicionales, son canceladas de forma inmediata (cabe mencionar que antes de la cancelación, los créditos de quien fallece son liquidados por el seguro que las cubre).
Por ello, al tener cuentas y tarjetas separadas nos aseguramos de contar con una línea de crédito disponible para afrontar los gastos de un imprevisto.
También es importante saber que las tarjetas adicionales no generan un historial crediticio para quienes las usan, ya que el titular es el responsable de la cuenta. Esta es una razón más para que cada padre de familia cuente con su propia tarjeta de crédito.
No olvides también que las deudas de cuentas mancomunadas o con obligado solidario se heredan; cargar una deuda de dos, solo, es menos fácil. Por ello, es recomendable pagar a tiempo todos los créditos e incluso hacer pagos por adelantado en productos que así lo permitan.
Una vez que las instituciones bancarias dan de baja o cancelan una tarjeta de crédito, hay que redomiciliar los servicios a otra tarjeta de crédito vigente. De lo contrario, por impago, nos podrían suspender estos servicios como por ejemplo, la luz o el teléfono.
Hacer aportaciones regulares a una cuenta de ahorro o de inversión también es una buena práctica.
Dicho lo anterior, hay un elemento más que recomendamos considerar y que es de vital importancia para que todo esto funcione: la comunicación.
Es necesario hablar para saber cuáles son los planes que tienen los integrantes de la familia a fin de tener claro cómo y cuándo llevarlos a cabo cuando ya no estén.
Visto de esta manera, las piezas en el tablero se moverán con más rapidez, fluidez y eficiencia.
Procura evitar que quienes se quedan, además de los pesares, enfrenten problemas prácticos que es posible ahorrarles.
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