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Además de los innegables impactos negativos en la vida, el cambio climático ¡cuesta!

El clima es el conjunto y resultado de la interacción entre temperatura, presión, humedad y conformación química de la atmósfera. Se trata de un sistema simbiótico, sus elementos están íntimamente relacionados y se influyen unos a otros permanentemente.

Como fenómeno atmosférico, su existencia no depende del ser humano. Sucedería con o sin nuestra presencia. Pero la existencia humana y la civilización moderna (es decir, a partir de la Revolución Industrial) llegaron para sumarse de manera decisiva en esta íntima relación.

Al adaptar nuestro entorno, modificamos la relación que tenemos con el mundo, e incluso las relaciones de otras especies entre sí. El planeta no sería el mismo sin nosotros.

La presencia de los llamados Gases de Efecto Invernadero, producto -primordialmente- del uso de combustibles fósiles en el aire, o de materiales contaminantes en mantos y cuerpos acuíferos, así como la desertificación o el cambio en el uso de los suelos son algunas de las maneras en que los seres humanos hemos dejado huella en las relaciones climáticas de nuestro planeta. A  esa huella se refiere el concepto cambio climático.

Hoy existen estudios y prospecciones que demuestran la necesidad de cambiar la manera en que incidimos en el ecosistema del que -conscientemente o no- formamos parte.

Es común que se argumenten motivos económicos para explicar la dificultad de instrumentar cambios importantes para mitigar (primero) y revertir (de ser posible)  nuestra huella ambiental.

Sin embargo, existen también números para documentar la importancia de la toma de conciencia al respecto. Por ejemplo:

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) calcula que en los últimos diez años, ha habido:

  • 3 mil 852 desastres naturales,
  • dos millones de personas afectadas,
  • 960 mil millones de dólares en pérdidas materiales y
  • más de 780 mil muertes por fenómenos relacionados al cambio climático.
Y en nuestro país, por citar sólo algunos datos documentados:

  • Hasta 2011, el equivalente al 6% del PIB nacional se perdía por el mismo fenómeno.
  • Desde 1960 las temperaturas promedio a nivel nacional aumentaron 0.85º C y las temperaturas invernales 1.3ºC.
  • En 2017, la mitad de los estados de la República Mexicana registraron temperaturas superiores a los 40 grados en el mes de mayo.

Todo lo cual ha generado evidentes costos también económicos.

Además, según el informe Stern (el referente mundial en cálculo de implicaciones económicas del cambio climático global), se necesita una inversión equivalente apenas al 1% del PIB mundial para mitigar los efectos del cambio climático. Contra una recesión que podría alcanzar el 20% del PIB global si seguimos el ritmo actual de afectación.

Como ves, es muy probable que la mejor inversión que podemos hacer individual, nacional y globalmente sea tomar conciencia y modificar para bien nuestros hábitos. Así podremos limpiar nuestra huella ambiental y apuntar hacia un desarrollo sustentable.

¡Procuremos mejor condiciones de vida y gastemos menos energía, recursos y dinero...!