Tarjetas de crédito: una buena herramienta

Las tarjetas de crédito son un excelente instrumento para administrar nuestros recursos y manejar nuestros gastos sin correr algunos de los riesgos que implica el efectivo.

Desde una comida hasta la renovación del guardarropa o los accesorios de nuestro automóvil, las tarjetas de crédito son un medio de pago cómodo y confiable que -bien empleado- brinda seguridad a todos los involucrados.

Una de las ventajas que tienen es la llamada “domiciliación” (autorización previa por parte del cliente para que algún servicio sea cargado automáticamente a su tarjeta), pues nos evita desplazamientos y ahorra tiempo que podemos dedicar a otras actividades (ganar el dinero para cubrir las cuentas, por ejemplo).

Si se utilizan responsablemente como medio de financiamiento, las tarjetas de crédito representan la ventaja de permitirnos manejar nuestros recursos y estar cubiertos para eventualidades que de otra manera podrían quitarnos la calma.

Este uso responsable implica tener claro que las tarjetas no son un complemento a los ingresos, sino un traductor o medio para interpretar nuestra confiabilidad financiera. Es decir que, de cierta manera, avalan ante los comercios y prestadores de servicios que tenemos credibilidad, que pagamos nuestras cuentas. Eso es ser sujeto de crédito.

Lo que corresponde como cliente acreditado es cubrir la cantidad firmada en tiempo y forma.

Un adecuado manejo del crédito personal, supone -en los casos en que se utilice la tarjeta de crédito como medio de financiamiento- en la medida de lo posible, cubrir una cantidad mayor al pago mínimo requerido. De esta forma recuperaremos más rápidamente (e incluso se podría incrementar) el límite de crédito que tenemos autorizado. Y desde luego, pagar la mayor cantidad posible por encima del mínimo requerido siempre será una buena práctica.

Como ya lo mencionábamos, las tarjetas de crédito, además de ser un excelente medio de pago, pueden brindarnos la tranquilidad de estar preparados ante eventualidades, pues implican la oportunidad de contar con una cantidad de forma inmediata y sin trámite alguno de por medio. No tienen por qué quitarnos el sueño. Bien manejadas producen justo el efecto contrario:

Nos permiten dormir con tranquilidad.