El crédito no bancario: la otra herramienta
Cuando pensamos en crédito a veces damos por sentado que se trata de un crédito bancario. Pero no sólo las instituciones bancarias ofrecen y otorgan crédito.
Ya hemos dicho que -como herramientas que son- los financiamientos que contratamos deben servirnos de ayuda, no representar una preocupación. Es por ello que tener claro qué es el crédito no bancario y en qué circunstancias es pertinente, resulta fundamental.
En dependencia directa del segmento socioeconómico al que nos refiramos, los créditos no bancarios más comunes pueden ser los de las tiendas departamentales o las de autoservicio (ambos implican la emisión de un plástico que se presenta a la hora de realizar la compra), los prendarios (casas de empeño) o -más recientemente- los microcréditos (microfinancieras).
Existen asimismo instituciones que brindan créditos hipotecarios o automotrices y que -al no captar recursos del público- no hacen banca, sino que sólo se dedican a colocar y recuperar el financiamiento otorgado.
Cualquiera que sea la naturaleza institucional o la necesidad y/o deseo que se quiera cubrir con el crédito contratado en estas opciones, la responsabilidad y sensatez con la que se debe actuar es la misma.
Tener un plástico de una tienda departamental no significa que estemos obligados a realizar todas nuestras compras ahí. Esas tarjetas funcionan exactamente igual (aunque a veces sus intereses son mucho mayores) que las bancarias. De modo que lo mejor es usarlas responsablemente y no pretender utilizar todo el financiamiento disponible, ni permitirnos que los pequeños gustos se conviertan en grandes problemas.
En el caso de las hipotecarias y los financiamientos automotrices, hay que revisar cuidadosamente las condiciones contratadas (intereses y penalizaciones o beneficios por pagos adelantados, por ejemplo). El pago oportuno y la adecuada planeación nos permitirán dormir tranquilos y hacerle frente a los imponderables.
Los créditos prendarios son aquellos que se respaldan con una garantía que se deja, precisamente, “en prenda” del dinero recibido. Este tipo de crédito es muy común en los segmentos más necesitados de la población y, sin embargo, no necesariamente resulta de los más baratos; sin embargo, y al no ser sujetos de crédito para la banca institucional, en ocasiones son la única opción para algunos demandantes de crédito y/o deudores.
En cuanto a los microcréditos, también son una opción muy focalizada. En este tipo de financiamiento se otorgan sumas relativamente pequeñas. Los intereses tampoco son los más bajos, pero al tratarse de cifras pequeñas, los montos suelen ser manejables y un buen apoyo para muchos. El inventor de este tipo de financiamiento, el bengalí Muhammad Yunus, obtuvo el Premio Nobel de la Paz en 2006 por desarrollar este concepto.
En cualquiera de sus presentaciones, el crédito debe ser un instrumento que nos permita el manejo adecuado de nuestros recursos para conseguir la calidad de vida que queremos. Si no necesitamos usarlo y la sensatez nos indica que no podríamos hacer frente a sus costos, entonces no echemos mano de él.
Si por el contrario, sabemos que podemos asumir las obligaciones que conlleva, honremos la palabra otorgada y la firma plasmada.
Todas las herramientas deben mantenerse ordenadas, limpias y calibradas para que podamos sacarles el mejor provecho.
El crédito -bancario o no bancario- es una herramienta, no tiene por qué ser diferente en el segundo caso.