Seguros y ahorro
En nuestro país la cultura del seguro apenas empieza a asentarse firmemente. La verdad es que cuando pensamos o hablamos de seguros, normalmente nos remitimos al del coche, ése que "ojalá no usemos nunca", pero que en caso de necesidad agradecemos haber contratado.
Mucha gente piensa en los seguros como en un gasto o un mal menor: "mejor tenerlo y no usarlo, que necesitarlo y no tenerlo", dice una frase muy popular.
Pero no tiene que ser así.
Existe una modalidad de seguros que va asociada al ahorro. Un excelente instrumento para planear y manejar nuestras finanzas en beneficio propio y de nuestros seres queridos, al tiempo que prevemos y nos protegemos contra imponderables.
Normalmente se piensa que un seguro de vida es sólo un contrato mediante el cual la aseguradora se compromete a entregar una cantidad de dinero al beneficiario en caso de que el contratante fallezca, pero puede ser más que eso.
Existen seguros de vida asociados a planes de ahorro sistemático que permiten formar un patrimonio al que se tendrá acceso según el tiempo estipulado en el contrato, y que además brindan la tranquilidad de una cobertura y entrega de prima total en caso de fallecimiento del titular.
La mayoría de veces que contratamos un seguro de vida lo hacemos pensando en la seguridad de los nuestros, en que no queden desamparados financieramente en caso de que fallezcamos o no podamos ser productivos.
Para estos casos los seguros de educación son la solución. Estos instrumentos suman un plan de aportaciones encaminado a cierta cantidad que se entregará a los muchachos cuando lleguen a la mayoría de edad para que sigan sus estudios, pero en caso de fallecimiento del titular o enfermedades graves, la suma pactada se mantiene aunque no se haya cubierto por completo el plan de aportaciones.
Obviamente, todos los planes de seguro y ahorro asociados tienen cláusulas que hay que estudiar conscientemente, pero son un muy buen instrumento financiero que contratado y manejado adecuadamente harán honor al nombre genérico de los productos.
Se llaman seguros porque para eso los contratamos, para tener la certeza de que en los casos estipulados, las cosas serán tal como las hemos dispuesto y ni nosotros ni los nuestros tendremos que batallar con las circunstancias en momentos en los que nadie tiene la calma suficiente.
Por eso son herramientas de previsión, porque sirven para prepararse y/o dotar a los nuestros de recursos en un futuro en el que quizá no podamos estar del modo en que estamos hoy.
Ya hemos hablado extensamente en este espacio acerca de la importancia y beneficios del ahorro. Esas virtudes se potencian, se multiplican si las conjuntamos con un buen plan de seguros que nos ayude a eso: a estar seguros de que las cosas importantes en la vida de los nuestros no se trunquen sólo por dinero.
Eso vale un cambio de cultura, ¿o no?