EN VOZ DE LOS EXPERTOS
Llega el verano y muchas familias aprovechamos para ir al mar, al bosque, al extranjero, a visitar parientes distantes, etc. Sin embargo, antes de salir de viaje poco pensamos que más que un tiempo para relajarnos de los arduos meses de trabajo en la oficina, las vacaciones nos ofrecen una gran oportunidad para re/crearnos y re/inventarnos.
La Real Academia Española de la Lengua (RAE) define las vacaciones como: 1. f. Descanso temporal de una actividad habitual, principalmente del trabajo remunerado o de los estudios. 2. f. Tiempo que dura la cesación del trabajo.
Y en general, todos acostumbramos ver este espacio como el momento ideal "para recargar las baterías". Pero no es así de fácil.
¿Cómo podemos corregir el dilema que a veces se presenta de cansarnos más en vez de descansar en las vacaciones? A continuación, algunas sugerencias tomadas de varias fuentes:
1. Planear todo y con tiempo: destino, transporte,
hospedaje, paseos, etc. En la medida en que tenemos más claridad de
dónde vamos a ir, cómo es ese lugar y qué oportunidades habrá para
disfrutarlo, saldremos ganando. Por ejemplo, saber de antemano el clima
que nos espera y costos de restaurantes y hoteles.
Esta planeación incluye hacer un presupuesto y apegarnos a él; lo más recomendable es que incluya la mayor cantidad de conceptos posibles, desde costos de transportación, hospedaje, comidas, hasta incluso, una cantidad reservada para imprevistos.
En caso de haber aprovechado alguna oportunidad de pago a crédito de alguno de estos conceptos (muchas casas comerciales, agencias de viajes y bancos ofrecen buenas alternativas en esta temporada), es importante que el presupuesto incluya los pagos correspondientes hasta la liquidación total.
2. Lo esencial es llevar la mente abierta. Atreverse a hacer algo diferente. Aventurarse. Viajar es una oportunidad de conocer nuevas culturas, probar otro tipo de alimentos, cambiar por completo las rutinas diarias, transportarse en motonetas, apagar el celular y la computadora.
3. Llevar un libro al menos para cada miembro de la familia. Leer es ya de por sí una forma de viajar, de recorrer otros mundos. También los niños pueden aprender a disfrutar un librito ilustrado, un cuento sencillo, etc.
4. “A donde fueres haz lo que vieres”. Es conveniente conocer de antemano algo de la historia del lugar, sus costumbres, riqueza cultural y biológica: qué playas, museos, bosques o lugares especiales hay ahí.
5. Vale la pena llevar un pequeño botiquín. No hay farmacias más caras que las de los aeropuertos y estaciones de transporte. En otras sociedades no hay automedicación, así que la mayoría de las medicinas requieren previa receta médica.
Esta planeación incluye hacer un presupuesto y apegarnos a él; lo más recomendable es que incluya la mayor cantidad de conceptos posibles, desde costos de transportación, hospedaje, comidas, hasta incluso, una cantidad reservada para imprevistos.
En caso de haber aprovechado alguna oportunidad de pago a crédito de alguno de estos conceptos (muchas casas comerciales, agencias de viajes y bancos ofrecen buenas alternativas en esta temporada), es importante que el presupuesto incluya los pagos correspondientes hasta la liquidación total.
2. Lo esencial es llevar la mente abierta. Atreverse a hacer algo diferente. Aventurarse. Viajar es una oportunidad de conocer nuevas culturas, probar otro tipo de alimentos, cambiar por completo las rutinas diarias, transportarse en motonetas, apagar el celular y la computadora.
3. Llevar un libro al menos para cada miembro de la familia. Leer es ya de por sí una forma de viajar, de recorrer otros mundos. También los niños pueden aprender a disfrutar un librito ilustrado, un cuento sencillo, etc.
4. “A donde fueres haz lo que vieres”. Es conveniente conocer de antemano algo de la historia del lugar, sus costumbres, riqueza cultural y biológica: qué playas, museos, bosques o lugares especiales hay ahí.
5. Vale la pena llevar un pequeño botiquín. No hay farmacias más caras que las de los aeropuertos y estaciones de transporte. En otras sociedades no hay automedicación, así que la mayoría de las medicinas requieren previa receta médica.
6. Dialogar con la gente local es una forma de
enriquecerse. Romper unos días la “familia muégano” y dejar que todos
interactúen con los locales. Pueden ser austríacos o mayas; brasileñas
o suecas, digo, ¿no?
7. Dejar atrás los roles tradicionales de hombre y mujer, joven y viejo, etc., y aprender de lo que comúnmente no hacemos, puede ser además de enriquecedor, muy divertido.
8. Observar mucho: desde amaneceres y atardeceres hasta todo lo demás que se nos cruce en el camino: catedrales, pinturas y gente. La mejor forma de lograr esto es caminar mucho. No usar autos siempre. ¡Caminar!
9. Saber hacer pausas durante el día para tomar café y conversar sin prisas. Y durante la noche saborear con calma una buena bebida.
10. Llegar un día antes de que terminen las vacaciones para poder tener un regreso a casa en paz, sin emergencias, sin gritos ni sobresaltos.
7. Dejar atrás los roles tradicionales de hombre y mujer, joven y viejo, etc., y aprender de lo que comúnmente no hacemos, puede ser además de enriquecedor, muy divertido.
8. Observar mucho: desde amaneceres y atardeceres hasta todo lo demás que se nos cruce en el camino: catedrales, pinturas y gente. La mejor forma de lograr esto es caminar mucho. No usar autos siempre. ¡Caminar!
9. Saber hacer pausas durante el día para tomar café y conversar sin prisas. Y durante la noche saborear con calma una buena bebida.
10. Llegar un día antes de que terminen las vacaciones para poder tener un regreso a casa en paz, sin emergencias, sin gritos ni sobresaltos.
Todos deseamos tener muchos días de vacaciones cada año. Los estudiantes las tienen. Los europeos, también. Y nosotros debemos aprovechar lo que a cada uno nos corresponda, de acuerdo al espacio laboral donde nos desempeñemos. Así que en vez de buscar más días, tengamos ¡mejores días!
Que tengas muy buenas vacaciones. ¡A descansar y a re/crearse!, se ha dicho.