El crédito y tú

El crédito es una herramienta y, como tal, su razón de existir es ser una extensión de nuestras capacidades financieras y económicas. Los distintos tipos de crédito disponibles en las instituciones financieras están desarrollados con la intención de ser un apoyo, no una sustitución.

La manera en que entendemos el crédito determina cómo nos relacionamos con él, la manera en que lo utilizamos y lo que obtenemos de él.

El crédito no es dinero adicional, es una manera de manejar nuestros recursos y las proyecciones que de ellos podemos hacer. El financiamiento crediticio no es otra cosa que el dinero que ganaremos en el futuro y los satisfactores que con él deseamos obtener.

Sea automotriz, hipotecario, de nómina o al consumo, por ejemplo, el financiamiento bancario nos permite obtener bienes y servicios que adquirimos a cuenta de los recursos que tendremos en el plazo al que se haya pactado el crédito. Por ello es que cualquiera de las opciones crediticias debe negociarse prudentemente y honrarse una vez contratado.

Al cubrir en tiempo y forma los financiamientos obtenidos, conservamos la calidad de Sujetos de Crédito, lo que significa que somos dignos de confianza para las instituciones financieras. Esto, a su vez, asegura que nosotros podemos confiar en que -si lo requerimos de nuevo- podremos acceder a otro financiamiento que nos permita adquirir un bien o servicio sin perder liquidez o manejando adecuadamente nuestros ingresos y lo que de ellos hagamos.

Como toda herramienta, si se le usa de forma irresponsable o sin el cuidado mínimo necesario, puede resultar contraproducente, y generarnos más problemas que los que, probablemente, teníamos al contratarlo.

Las herramientas están hechas para facilitarnos la vida, no para infundirnos miedo ni desconfianza. El crédito no es la excepción.

La relación que establezcas con el crédito depende de ti.