Tarjetas de crédito: tu dinero sin pedir permiso
En esta ocasión y para comenzar la edición que tienes frente a ti, te comentaremos algunos aspectos importantes sobre las tarjetas de crédito, partiendo de la base de que, utilizadas responsablemente, son instrumentos que pueden brindar seguridad y comodidad.
La vida cotidiana tiene muchos imprevistos (no necesariamente negativos, también los hay positivos), y las tarjetas de crédito son una excelente opción para hacerles frente.
La capacidad de pago inmediato que significa poseer un plástico avalado por alguna institución financiera es, siempre, un elemento determinante en nuestra forma de vida; no por lo que "los entendidos" llaman una cuestión aspiracional, sino porque nos permite tomar decisiones de consumo y financiamiento sin necesidad de "pedirle permiso" en el momento ni al bolsillo ni a nadie.
Un excedente en el costo de la comida, un boleto de avión que se tiene que tomar de urgencia, una emergencia médica, un café a media tarde para poder seguir después de una junta prolongada, un buen libro encontrado al paso, una camisa nueva para remediar una mancha antes de una presentación... en fin, existe una infinidad de situaciones en las que una tarjeta nos hace más simple y agradable la vida.
Lo mismo al pagar directamente con ella, que al hacer un retiro en ventanilla o en el cajero automático, la tarjeta de crédito significa disponibilidad inmediata, es decir, la tranquilidad de tomar nosotros mismos nuestras decisiones de consumo.
Ya lo hemos dicho en otras ocasiones en esta tu Carta de Noticias: las tarjetas de crédito no son dinero extra.
Agreguemos ahora otro elemento positivo: las tarjetas de crédito son tu dinero, seguro y disponible en cualquier momento, sin tener que cargarlo a todos lados y sin hacer torres de monedas y billetes para saber si te alcanza.
México es una sociedad madura que puede utilizar los instrumentos financieros con la seriedad y responsabilidad que amerita. La estadística demuestra que en nuestro país las tarjetas de crédito se utilizan más hoy que en 2009.
Hemos aprendido que no se trata de no usarlas, sino de saber hacerlo.