EN VOZ DE LOS EXPERTOS
Un presupuesto familiar
Por Rogelio Varela*
Quizá no nos hemos percatado, pero aún las más mínimas decisiones que tomamos tienen un fundamento económico.
¿Debo comprar una televisión nueva? ¿Cuánto dinero debo destinar a la compra gasolina para el auto? ¿Podré pagar un seguro de vida?
Cada vez que tomamos una decisión tiene implicaciones para el presente, pero también en el futuro, en el entendido de que saber diseñar un presupuesto va más allá de ahorrar dinero.
El principal objetivo de elaborar un presupuesto familiar o personal es tener un mayor control de nuestros gastos, procurando siempre que la diferencia entre los ingresos y los egresos nos genere un saldo a favor.
Un modelo básico de presupuesto debe incorporar en la parte de los ingresos, por supuesto, nuestro sueldo, quizá la aportación monetaria de alguna inversión y en el caso de los adultos mayores, el tamaño de nuestra pensión.
Los egresos, a su vez, son un listado largo donde se debe incluir lo que destinamos a la renta o el pago de una hipoteca; la compra de alimentos; pagos de servicios como agua, luz, teléfono o televisión restringida; el pago de alguna tarjeta de crédito e incluso lo que debemos utilizar para el esparcimiento.
A dicho presupuesto básico cada persona debe agregar o quitar algunas partidas, en el entendido de que existen reglas básicas para no terminar con números rojos, como el hecho de que no debería destinarse más del 30 por ciento de los ingresos al pago de deudas o bien, más del 20 por ciento del ingreso a cubrir una hipoteca.
En la parte del ahorro, un nivel mínimo sugerido es destinar 10 por ciento de nuestros ingresos a ese rubro, algo difícil de lograr porque siempre existen imprevistos o muchas tentaciones de consumo como los descuentos en las tiendas, especialmente ahora que se puede facilitar el pago de los créditos al realizar de manera automática el descuento mensual a la cuenta bancaria donde se depositan el sueldo y/o los pagos que recibimos en el mes.
La idea de llevar a cabo un presupuesto es tener un mejor control del dinero, saber en qué y cómo lo gastamos, con el objetivo de hacerlo rendir mejor y poder ahorrar, planificar las compras y no gastar de más, planear el pago de deudas y fomentar el consumo inteligente.
Esto puede sonar muy complicado, pero por fortuna actualmente no es necesario ser un director de finanzas para lograrlo, las nuevas tecnologías ponen a nuestro alcance herramientas sencillas de utilizar, que nos facilitan la labor.