Decidimos dividirnos así la búsqueda: yo, los paquetes vacacionales; ella, las opciones para pagarlas a crédito. Acordamos que el que encontrara la mejor alternativa, se haría merecedor de una cena pagada por el otro, en el lugar que el ganador eligiera…

Después de un par de días transcurridos, me envió al celular el siguiente mensaje: "¡Acabo de ganarte una cena!, en la noche te lo demuestro…".

Sonreí y honestamente pensé que si había encontrado una buena opción para pagar menos, ¡con gusto liquidaba mi apuesta!

Al llegar a casa, mi esposa me describió lo que había encontrado y sencillamente ¡me encantó!:

Viajaríamos a una de las playas más lindas del país -que por cierto no conocíamos-, en un hotel padrísimo, de esos todo incluido y lo mejor: ¡prácticamente gratis!

Me comentó lo que pagaríamos, que según mis cálculos era apenas un poquito más del 10% de lo que gastamos el año pasado.

Primero pensé que estaba bromeando, después que seguramente la cantidad que me mencionaba sería una de las varias mensualidades que deberíamos pagar, pero no, resultó que era cierto: era el costo total que pagaríamos.

Al preguntarle cómo lo había logrado, me contestó: "hace más de un año registré mis tarjetas en el programa de recompensas, puntos o como se llame y he pagado todo lo que he podido con ellas".

"Estuve buscando para qué nos alcanzaba con lo que tenía reunido y encontré muchísimas cosas: artículos deportivos, joyería, electrodomésticos, pantallas, en fin, pero lo mejor fue que ¡resultó suficiente para las vacaciones!"

"De modo que llamé al banco, me atendieron súper bien, me orientaron para canjear mis puntos vía internet o a través del teléfono y en unos minutos todo estaba listo".