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Horacio Franco. El flautista de México

Hijo de un bartender de cantina tradicional mexicana y de un ama de casa que fue trabajadora doméstica, Horacio Franco tuvo su primer contacto directo con la música de concierto a los 11 años, cuando una compañera de la secundaria oficial en que estudiaba, ejecutó al piano una pieza de Mozart. En ese momento decidió que sería músico.

Desde aquel 1974 a la fecha, Franco se ha construido a sí mismo a su paso por escuelas e instituciones y -a los 54 años- ya nadie duda de su importancia en la escena musical mexicana y mundial.

Cuando decidió que la música era el camino por el que quería andar la vida, Horacio no podía ni soñar con un piano en casa, pero descubrió que tenía especial facilidad para la flauta (instrumento obligatorio en la mayoría de las secundarias urbanas del país), de modo que buscó estudiarla formalmente en el Conservatorio.

Pero no existía la carrera de flauta...

El camino entonces, fue comenzar con el violín.

Cuando se enteró de que el profesor de dicho instrumento (que le había hecho ver que no tocaba bien el violín) era el director de la Orquesta de Cámara del Conservatorio, se presentó a un ensayo diciendo que él quería tocar ahí. Sacó su flauta del estuche y tocó a Vivaldi. Eso le permitió ganarse el derecho de tocar su primer concierto a los 14 años, en el Palacio Nacional de Bellas Artes.

A los 17 años, se fue a estudiar a Holanda con los mejores profesores del mundo, gracias a un premio que ganó por escribir un ensayo sobre el músico barroco alemán Telenann. A los 21 había terminado la maestría.

Innegablemente, Horacio Franco es un hombre carismático, pero su carrera ha sido producto del trabajo. Quienes lo conocen saben que es un hombre físicamente fuerte y que cuida de su estado de salud con la misma disciplina con que ha desarrollado su talento artístico.

Cuando se le pregunta por las musas, Franco dice tajantemente que el arte no es cuestión de musas. "Yo descubrí mi pasión y mi talento a los 11 años, descubrí la música. Pero [cuando] puse un pie en Holanda, en la mejor escuela del mundo, entendí que sólo con pasión y talento no iba a hacer nada. Tenía que ponerme a trabajar y absorber la metodología que ahí tenían", dice.

Con esa disciplina, Horacio ha llegado a ser reconocido en el mundo entero y ha ayudado a hacer de la flauta dulce (o de pico) un instrumento que ya no se considera tan menor.

Reconocidos compositores como Sergio Berlioz, Karl Bellinghausen, Héctor Infanzón, Eugenio Toussaint, Mario Lavista, Martha Lambertini o Gabriela Ortiz, entre muchos más, han escrito música especialmente para él.

Ha transcrito y grabado obras tanto de Bach como de los Beatles. Ha dirigido la Capella Cervantina y la Camerata Aguascalientes. Toca lo mismo en el Carnegie Hall o con la Filarmónica de Berlín, que en una secundaria de Iztapalapa.

En estos conciertos para los muchachos y muchachas mexicanos de entornos marginales o semi-marginales, lo que desea "es hacer reflexionar a los jóvenes sobre el talento, la pasión y el trabajo. Les cuento que yo a los 11 años me percaté de que tenía talento para la flauta y escuchar a una chica tocar el piano cambió mi vida; en ese momento decidí ser músico. A ellos les digo: ‘Date cuenta de para qué sirves y de qué te gusta, porque así vas a conocer tu profesión‘".

Franco formó parte de la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México, pero declinó dirigir el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA), porque "el poder que puedo tener yo está sobre el escenario y en la academia, la administración no es una de mis habilidades, soy un artista, eso es lo que soy".

Frase que indiscutiblemente lo pinta de cuerpo entero.